Después de
haber hecho la aclaración de sí mismo, Juan hace una declaración trascendental.
Pensando en las profecías que parecían apoyar la manera de pensar y de vivir de
los judíos, este mensaje debió ser impresionante. Señalando hacia Cristo dice
que: 'Aquí está el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo'.
Si el anuncio hubiese hecho así: Mirad al Salvador, bajando del cielo con majestad y rodeado de ángeles, todos hubiesen creído, pero hubiese sido por vista. Pero el Verbo encarnado, fue caminando hacia Juan sobre las calles polvorientas de Betábara y Juan dice: 'Aquí está el Cordero de Dios'. Para la mente judía, la imagen de la venida del Mesías no era la de un Cordero, era de grande estruendo físico, audible, visible, pero no la de un Cordero.
Si el anuncio hubiese hecho así: Mirad al Salvador, bajando del cielo con majestad y rodeado de ángeles, todos hubiesen creído, pero hubiese sido por vista. Pero el Verbo encarnado, fue caminando hacia Juan sobre las calles polvorientas de Betábara y Juan dice: 'Aquí está el Cordero de Dios'. Para la mente judía, la imagen de la venida del Mesías no era la de un Cordero, era de grande estruendo físico, audible, visible, pero no la de un Cordero.
Cuando un
judío pensaba en un cordero con relación al pecado, créanme hermanos que él no
pensaba en lo mismo que usted y yo. ¿Cuántos pensamos en un corderito blanco,
tal vez amarrado sobre el altar? Pero lo que pensaba el judío cuando la palabra
cordero se relacionaba con pecado, era una escena impactante. A su mente venía
algo sangriento. Un cordero amarrado, empapando su pelaje de la sangre que
corría tras haber sido atravesado con un cuchillo. La visión de la sangre
cayendo a los lados del altar, el olor a sangre derramada, un sacrificio que
luego el fuego consumía, era lo que al judío le venía a la mente. Así que
cuando Juan señala hacia el Señor Jesús y lo identifica con el Cordero de Dios,
lo que sus palabras sugirieron en la mente debió ser impactante. Ternura no era
lo que sugería este cuadro. Era sacrifico, sangre, ofrenda quemada, consumida
por el pecado de otro.
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