Hablar que en
Cristo hay gracia y verdad nos señala el estado mortal y degradado en el que se
encuentra el hombre en su estado natural, es decir, siendo un pecador. La
condición de perdición y tinieblas del ser humano, ninguno la puede dimensionar
en su carácter cabal. Tan desprovistos de méritos o virtudes propias que es
necesario que el Señor bendiga unilateralmente a una persona a pesar de lo que
es o de lo contrario nunca la bendeciría.
El grado de confusión espiritual y oscuridad con la que venimos a este mundo solo puede ser remediado por Dios mismo porque bajo Él nada en absoluto podría traernos a su verdad (Ef.5:8; 5:11; Col.1:13).
Nuestro texto
nos afirma que es tan terrible lo que nos pasa que tan grande Luz (Cristo),
brilló al venir a este mundo y los hombres no pudieron reconocerle y aún más,
quisieron ahogarla (Jn.1:5). Eso es tan ridículo y suicida como si un pueblo
infestado de lepra matara la caravana de la cruz roja que les trae el antídoto
para su enfermedad y antes, toman cada medicina y la queman con rabia. Alguno
preguntará ¿Quién haría tal cosa? Nadie en su juico cabal, tendría que ser una
persona demasiado ignorante y mala para hacerlo. Pero en grado mayor, es
precisamente lo que la humanidad hizo con Cristo y hace aun. Pero eso no detuvo
la gracia y la verdad de Dios. Lo que veremos hoy es la caravana divina pasando
en medio de campo enemigo y en medio del bombardeo de una manera inimaginable
para darle al hombre perverso gracia y verdad.
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